lunes, octubre 29, 2018

13anhos


Hacia una ética de cuidado entre mujeres
Yuderkys Espinosa Miñoso


Affidamento, llamaban las feministas italianas de la diferencia, a una practica de confianza y cuidado mutuo entre mujeres. Sostenían que en el patriarcado, a las mujeres, como mandato primario de obediencia al padre, se nos enseña a desconfiar de las otras, a pensar que nuestra otra igual era nuestra peor enemiga, empezando por la propia madre, terminando por la propia hija. Las mujeres, decían, no tenemos historia como grupo, nuestra adscripción primara ha sido con el padre y su ley. Denunciaban como los sistemas de pensamiento modernos, como el psicoanálisis, la antropología estructuralista, la semiótica, etc., han justificado una y otra vez esta práctica, argumentando que la entrada a la cultura, entendida como la ley paterna, solo se hace a través de una separación inicial y necesaria con la madre, considerada naturaleza. Las feministas de la diferencia han criticado estas posturas, develándolas en todo su contenido androcéntrico y misógino. Mostrando de qué forma esta ruptura entre la niña y la madre, propiciada por la cultura, es parte de la operación por la que las mujeres, separadas entre sí, sin poder construir una idea de comunidad entre ellas, se mantienen files al padre y a su cultura de dominio.

Por eso hablan de la necesidad de construir affidamento. Una práctica de lealtad, compromiso, confianza y cuidado primario entre mujeres. Una práctica que consideran de inaudita libertad “femenina”, en la medida en que se construye en oposición a la ley paterna que exige, a cambio de cuidado y protección, la desvinculación, la sospecha y la desidentificación entre las mujeres. El affidamento sería el acto por medio del cual las mujeres podrían encontrarse con la otra igual en la opresión, y construir con ella lazos de solidaridad, amor y respeto, acto que ya en sí mismo, desestabilizaría el orden del padre.

Adrianne Rich, en EEUU, ha llamado a esta práctica de amor, cuidado u confianza entre mujeres, continuum lesbiano. A partir de un análisis parecido al de las italianas, ella propone una lectura del lesbianismo como práctica de relacionamiento entre mujeres sin la intervención masculina. Señala la manera en que el sistema patriarcal se fundamenta en la heterosexualidad obligatoria, institución mediante la cual las mujeres abandonamos el deseo por la madre, por la otra, y aprendemos desde temprana edad a depender emocional, física y económicamente del varón.

Rich, a principios de los setenta, reflexiona sobre las relaciones de amistad profunda entre mujeres, práctica que aunque poco extendida en su época, había sido conocida en décadas anteriores; las propone como un modelo simbólico de relación primaria entre mujeres, que podría considerarse como ejercicio de máxima libertad, en la medida en que instituye espacios por fuera de la mirada y la omnipotencia masculina. Tomando al lesbianismo como practica desobediente al mandato de fidelidad y dependencia al varón, señala que todas las experiencias de amor, fidelidad, acompañamiento, cuidado y complicidad entre mujeres, son parte de un continuum lesbiano, en donde las mujeres aprendemos a construir lazos por fuera de la heterosexualidad.

Más allá de que estemos o no de acuerdo con las lecturas que nos proponen  las feministas de la diferencia, quizás lo interesante sería pensar la manera en que las mujeres nos relacionamos y construimos vínculos entre nosotras. Regularmente, lo sabemos desde la experiencia y el dolor, estos intentos no son los más felices. Debido muy probablemente a lo aprendido, las relaciones entre nosotras, muchas veces están cargadas de celos, resentimiento, traición, competencia; una imposibilidad de reconocer en la otra una interlocutora válida, una fuente de conocimiento legítimo; una imposibilidad, como señalan las italianas, de reconocer a la otra como autora, como productora de cultura, como digna de confianza.

Esta dificultad para el encuentro con la otra, sin lugar a dudas, se convierte en un obstáculo importante para la deconstrucción de la macro cultura patriarcal. Solo en el reconocimiento mutuo podemos apelar a la construcción de una genealogía propia, a la producción de nuevos significados y valores, desde donde se produzcan nuevas formas de ser y estar en el mundo.  Apelar a una ética de cuidado entre mujeres, es un imperativo de la política feminista, puesto que sólo desde la construcción de espacios de complicidad, amor y confianza por fuera de la ley paterna, podemos transitar puentes de mayor autonomía para todas.

Buenos Aires, septiembre 2005

vía http://laescuelajuvenilfeminista.blogspot.com/2008/08/affidamento.html


sábado, octubre 27, 2018

jueves, octubre 25, 2018

cisexismo

En un mundo paralelo, las lesbianas conversas son heterosexuales y las lesbianas del gen son transmasculinas. En ese mundo, tienen sexo con hombres valerosos y hombres transfemeninos, se reproducen y crian niñes no binaries como transgresión a un sistema bigenerista que asigna roles a todas las personas por el simple hecho de existir, en resistencia, los juegos infantiles van en rosa y azul y la ropa va en rosa y azul pastel.

En ese mundo, la merienda se acompaña con inyecciones de hormonas y todas las mañanas se celebra la irrelevancia de la realidad anatómica, se celebra mientras la lesbiana ahora heterosexual está a punto de parir y se celebra también en otra casa cuando la lesbiana que ahora tiene barba y voz grave está a punto de parir, lo celebran un poquito más cuando se levantan a recoger los platos de su compañere valerose y su compañere transfemenine mientras acarician el nuevo fruto de su vientre.
En ese mundo paralelo yo no existo y las lesbianas que conozco tampoco; ninguna lesbiana existe porque las que quedaban fueron abducidas por la tentación de igualarse a ellos.

En este mundo que habito, las lesbianas conversas son mujeres y las lesbianas "del gen" son mujeres, con una realidad anatómica que incluye útero, senos y menstruación hasta cierta edad. Aquí tenemos sexo porque nos gusta, porque queremos, porque lo hacemos chido, porque no hay posibilidad de reproducirnos y porque así, desde el placer orgásmico cósmico repelente al coito, resistimos también en nuestras camas a toda forma de apropiación: no lavamos sus platos, no lavamos su ropa, no hacemos su desayuno, no los escuchamos, no los consolamos, no vamos a sus fiestas y no parimos a sus hijos.

La Carambada